7/8/11

La mujer que duerme

Ella soñaba, soñaba que dormía y al despertar siempre todo era diferente y maravilloso, su mundo se transformaba en cielos de azul intenso, mares que susurraban, y el aire era de aromas frescos de las mañanas, siempre que despertaba, su madre que siempre fue buena, le gustaba peinar sus cabellos, tenia cuatro amigas con las que siempre veía el atardecer –según ella para así fortalecer los lazos de amistad- y también tenia un perrito blanco y fiel. Todo era bueno y alegre, por eso a ella le gustaba soñar, por que en sus sueños podía despertar siendo amada por quien amaba, a la vez que también podía amar al mundo, y no ese mundo de sabanas y almohadas, de cortinas negras en la habitación y con pasteles de pastillas para dormir. Por que, ¿quien quiere vivir así? Además ella ya estaba convencida de que el sueño es su realidad y en la realidad dentro del sueño uno no debe despertar. Por eso dormía, por eso no despertaba, días y semanas enteras durmió, que vivió en un sueño todo lo que dura una vida.
Pero como Dios compensa la balanza de la vida humana, mientras ella dormía, había alguien que no podía dormir. Un joven que imprudente, miro una piel blanquísima adornada con los cabellos largos y los ojos cristalinos de la mujer que duerme. Gran error para este chico que al mirarla se quedo prendado de ella y así ella se apodero de su sueño. Desesperado, probo todas las drogas que existían para dormir, y ninguna fue tan poderosa para calmar sus ansias de saber de ella. Días que se volvieron semanas sin dormir, parpados que se hacían ojeras sin la esperanza de volverla a ver.
Y así fue, que nunca se conocieron, las pastillas y las balas fue el pretexto. Ella murió soñando que era amada y el murió velando por que la amaba.

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