18/8/11
El regalo de la Luna
El cielo de la fresca noche de Agosto relucía su negro manto lleno de estrellas como si fueran lentejuelas sobre el espeso bosque, ya pasaba la media noche y la quietud en el villorrio cercano reflejaba la paz y tranquilidad de sus habitantes, solo lucían a través de las ventanas la pequeña luz de un fogón que calentaba los cansados huesos de un anciano y la débil luz de una vela que acompañaba la soledad del poeta. El valle dormía en quietud al arrullo de las ranas y los grillos. En una casita cercana a la floresta, un ratoncito que asoma sus negros y brillantes ojos en busca de migajas se vio afligido por el débil llanto de un niño, que triste lloraba por que le dolía su pancita. El pequeño lloraba muy quedito, casi como un murmullo para no despertar a su cansada madre, así que sentado y hecho bolita en una esquina de la cocina donde guardan las hierbas de té y el trigo, el niño soltaba gruesas lágrimas de tristeza. De pronto se hizo un sonido de manitas que golpeaban el suelo desde la oscuridad dirigiéndose hacia el, el lloroso niño apenas pudo abrir sus ojitos hinchados de llorar al ver que era su amiguita la que a pequeños pasos por el suelo se acercaba a el, la luz de las estrellas y las últimas brazas que quedaban en el fogón iluminaban lo suficiente como para ver la roja y sofocada cara de la niña y su cabello alborotado.
- ¡Lumi! ¿Qué haces aquí?
- Estaba dormida y te escuche llorar, así que eh venido corriendo contigo Mo. Pero primero había atrapado un chapulín para tráetelo, pero se me ah escapado. ¡Pero mira! Dejo una patita…toma te la regalo.
El pequeño Mo, al ver la patita del pobre chapulín en la mano de su vecinita, sin poderse contener comenzó a llorar con más fuerza.
-¿Qué tienes Mo? ¿No te ah gustado? ¿Quieres que vaya por otro chapulín? ¿Quieres que te cuente la leyenda del hombre que espero bajo la lluvia y se convirtió en brisa?
-No….
-¿Por qué lloras Mo? ¿Te duele algo?
Y el niñito entre hipos solo se limito a asentir con su cabecita.
-¿Donde te duele?
-Aquí.- dijo Mo señalando con su dedo el ombligo.
-Oh pobre Mo te ah de doler mucho –dijo muy triste su amiguita- Pero no te preocupes Mo, yo te voy a sobar.
-Lumi, pero esa es mi espalda, no me sobes la espalda por que no me duele ahí, donde me duele es aquí- y señalo de nuevo con su pequeño dedo el ombligo.
-Ya lo se membo, pero te sobo la espalda para darte ánimos y que sepas que sigo aquí.
-pero aún me duele. -Gimió Mo.
La pequeña Lumi se quedo pensando que podría hacer para aliviar a su amiguito, mientras con fuertes golpecitos “acariciaba” la espalda de Mo.
-¡Ya se!- Dijo por fin triunfante- espera aquí Mo, voy a darte una taza de agua, ¡te la bebes y te aseguro que te curaras y te pondrás feliz! Yo eh visto muchas veces a los adultos beber mucha agua y sus caras feas y tristes mágicamente se vuelven alegres y brillantes.
Diciendo esto, le lleno el jarrón de barro con agua del pozo y se la llevo junto con un vaso para que bebiera, medio recipiente se le derramo en el camino y el resto se la hizo beber a su vecinito.
-¿Ya te sientes mejor Mo?
-No Lumi, aún me duele mucho y creo que con el agua me a dolido más- contestó el pequeño que ya había dejado de llorar.
-Que raro Mo, te has bebido cinco vasos de un tirón, ya deberías de haberte curado- dijo Lumi que cada vez se preocupaba más.
La noche avanzaba lentamente y en su transitar, la luz de la luna toco el cristal de la ventana que daba a la cocina, y al contacto convirtió el vidrio con su blanco rayo en vidriado de diamante. El reflejo del fulgor en el cristal se reflejo también en las hermosas pupilas del niño, Lumi al ver esto, sonrió emocionada levantándose de un salto.
-Espérame aquí Mo, te prometo que regresaré en un momento- y beso a su querido amigo en la frente y salió corriendo con el vaso en la mano.
Cruzo descalza y a toda prisa el remanso y la pradera hasta llegar al bosque, las telas de su pijama azul bailaban con el viento como mariposas. La vieron pasar los búhos y los ratones, los chapulines saltaban para no ser aplastados por sus pisadas y un conejito que salía de su madriguera al verla pensó; ¿quién es esa niña que corre hacia el bosque?.
Pero Lumi no iba directo hacia los profundo del bosque, ella se dirigía al arrollo del ojo de agua, era su lugar secreto, donde ella y Mo iban a dejar barquitos de papel con todo tipo de insectos como tripulantes. Nunca antes había ido de noche, y al llegar, descubrió que la noche solo sirve para embellecer los lugares, y que si la gente duerme, es por que todavía no lo sabe.
Se quedo quieta junto al pequeño estanque que se formaba con la caída del agua y que daba inicio al arrollo, el cielo despejado de arboles dejaba mostrar a la luna que caía de lleno en su reflejo sobre el agua, los peces y las ranas se quedaron quietas para escuchar atentos a la pequeña niña de camisón azul.
Lumi levanto su rostro al cielo justo como había visto que hacían los adultos cuando algo malo pasaba y comenzaban a hablar, pero ¿a qué le hablaban? Se pregunto la niña, ¿será a las nubes? No, las nubes son muchas y nunca pueden mantenerse quietas, nunca les podrían poner atención, y a los adultos les gusta que se les pongan atención, ¿entonces al sol? No lo creo, mi mamá dice que nunca hay que mirar directo al sol, ¿le dará pena que lo vean?, ¿A que le hablaran los adultos cuando miran al cielo siempre que están tristes?
Cansada de mirar el cielo bajo su vista y vio el reflejo de la luna en el agua.
-¡Ya lo se! ¡ Eres tu luna, tu eres a quien hablan, por que siempre te estas quieta y escuchas, y eres tan bonita que no te da pena que te vean!- grito, volviendo su mirada al cielo, o mas bien a la luna.-¡Luna, por favor escucha! ¡Necesito que cures a mi amigo Mo, le duele mucho aquí y el agua del pozo no lo quiere curar!- volvió a gritar Lumi señalando con su dedito el ombligo.- ¿Puedes curarlo lunita? Le duele mucho y no deja de llorar. Si sigue llorando yo también voy a llorar.
Sus gritos espantaron a los peces y a los grillos, un caracol que paseaba por ahí se metió temerosa en su casita, y los pájaros se apretujaron en sus nidos. La luna que también se asusto un poco con los gritos de la niña y decidió responderle para que no los asustara más.
-esta bien pequeña, pero primero por favor ya no grites que asustas a todos en el bosque, yo escucho muy bien hasta tus susurros, aunque me veas tan lejos, no necesitas gritarme.
-disculpa luna, eso yo no lo sabia.-contesto avergonzada la niña.
-No te preocupes- sonrió dulce la luna- no todos lo saben, incluso hay gente que no sabe que la escucho y por eso nadie viene a hablar conmigo. Pero tú has venido, y ya no me siento sola, por eso ahora te quiero mucho y con gusto aliviare a tu querido amiguito. Toma tu vaso y llénalo de agua que hay en el estanque, y deposítalo en la roca junto a las flores de campanillas.
Lumi lleno el vaso y lo coloco justo donde la luna le dijo, después de eso una roca de cristal luminosa cayó del cielo dejando una estela de brillos y tintineos en el vaso y al tocar el agua se disolvió en miles de burbujas blancas y brillantes.
-Dale esta agua que contiene un pedazo de mi a tu amigo y dile que la beba. Pero llévasela antes de que las burbujas desaparezcan.
-Gracias luna, así lo haré.- y tomo el vaso preocupada de que no se le derramara de regreso.
-Si sigues platicando conmigo para que no me sienta sola, entonces yo siempre cuidare de ti y de tu amigo.
-Te prometo que así lo haré lunita, y también Mo platicara contigo, el siempre sabe como hacerme reír y estoy segura que también a ti te hará reír mucho. ¡Gracias y adiós Lunita!- dicho esto, la pequeña niña salió corriendo a llevarle el agua a si vecinito que esperaba.
-Adiós niña.- y el bosque volvió a su hermoso silencio.
El niño seguía triste por que aún le dolía mucho su pancita, además le preocupaba que Lumi aún no regresaba. ¿A dónde habrá ido? Se preguntaba, y se hacia mas bolita en el rincón de la cocina donde guardan las hierbas de te y el trigo.
-Mo eh llegado-susurro Lumi, que desde ese día ya nunca más levanto la voz- te eh traído agua, mira.
-Pero Lumi, me has hecho beber tanta agua que no creo poder tomar más.
-Esta agua es diferente, es agua de luna, ¿ves las burbujas? Son muy bonitas, me gustaría que las viéramos más tiempo pero prefiero que te cures. Y mira, también te eh traído algo más, pero te lo mostrare cuando bebas el agua.
-Esta bien, la beberé. Gracias.- Y ayudado por su amiga dio pequeños sorbos al agua, hasta que la termino.
-Ahora cierra los ojos y dame tus manos Mo.- dijo Lumi mientras le depositaba su regalo en la manos- bien ahora cierra tus manos un poco y cuando te diga ¡abre!, abrirás tus ojos y tus manos. ¿Listo?
- Sí.
-¡Abre!
Y al momento de abrir sus manos, una hermosa luz ilumino el rincón de los niños, era una resplandeciente luciérnaga, que brillaba como si fuera una estrella alada. Y observándola, los niños se quedaron dormidos.
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