La última lluvia de septiembre.
La espalda empapada de una blusa negra.
El olor deliciosamente triste del pavimento mojado y lo etéreo de la calle húmeda evaporándose.
Redescubrir la transparencia de unos ojos.
Un recuerdo escondido entre suela y piel.
Entender que el silencio es siempre mejor.
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