Soy la historia de la niña que creció sola, educada y criada por historias que leía en los libros.
La vida de la niña que fue criada por escritores antiguos.
La pequeña Quijotilla. La mujer que de grande era ajena a la realidad.
Creía que todos los hombres eran héroes y las mujeres finas doncellas, que cada persona libraba cada día una batalla magnifica, creía en los finales felices; creía en el amor de Austen, en los caballeros de Dickens, en la armonía de Hesse, en las aventuras de Dumas, en la amistad de Wilde, en el honor de Buch, en la libertad de Bach, en la inocencia de Exupèry , en la fantasía de Ende, en los romances de Bronte y en toda la eternidad de Quiroga. Ah! En su mundo tan maravilloso y perfecto, cada persona que conocía era un amigo que conoció en algún libro. “Seguramente pasará a visitarme después de la lluvia” pensaba, justo como aquél pasaje del libro de verano. Pero la lluvia pasaba y nadie llegaba. ¿Acaso nadie le enseño que las historias son la idealización del humano y no la realidad? Pero si son historias deben basarse en la realidad ¿no? Debe de existir realmente en algún lugar del universo el caballero ideal, el amor fiel, la amistad eterna, la bondad pura, sino ¿de donde lo sacaron para ponerlas en tan hermosas historias?
¡Oh si la vida fuera un libro, yo no sufriría tanto!
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