26/3/12

XXIII

Veintitrés hermosas primaveras acarician mi piel. Felicidades...

25/3/12

Desde ese día

Desde ese día
No he besado al viento,
No he besado a Dios,
Por que mis labios son más sagrados.

No he besado la lluvia,
Y tampoco el abandono,
Por que sigo aún sin resignarme.

No he besado flores,
Ni siquiera a la esperada muerte,
Por que yo siempre te he sido fiel.

Desde ese día, todos mis besos te pertenecen.





* Anónimo, muchas gracias por la corrección

El mar

Quiere el mar en su tormenta, llevarse mi triste alma.

24/3/12

Propocisión

Tengamos libros juntos.

Poema

Las rosas son rojas,
Las violetas son azules,
Y Cuauhtémoc Blanco.






(La poesía no es para mi...)

23/3/12

Hablar

Vamos a hablar de la tristeza hasta que pierda sentido.

El chocolate

Toma, guarde un chocolate para ti. Lo llevaba conmigo desde hace tiempo, siempre esperando dártelo a ti. Era el único que quedaba sobre el estante de aquella tienda de confites, lo más curioso es que un perro lo custodiaba echado bajo el mostrador, así que inmediatamente supuse que debía de ser una pieza única y excepcional; un manjar y ambrosía, por eso lo tome para ti.
Ciertamente saliendo de la tienda, no sabía si iba a encontrarte ese día, y temí que se derritiera o aplastara en el bolso de la chaqueta donde lo metí, yo no podía permitir que eso sucediera, en ese momento decidí tomar todas las más rigurosas precauciones para mantenerlo a salvo. Era una pieza importante el que llevaba en mi poder, consiente de eso, y debido a mi antiguo entrenamiento militar, mi postura cambio al caminar por las calles desconfiando de todas las personas que transitaban en ellas. Al llegar por la tercera avenida sobre la treinta y cuatro de Old Street, me di cuenta que en mi misión no me encontraba solo, metros atrás; el perro de la tienda perseguía constante mis pasos. No sabia si era aliado o enemigo, si estaba ahí para defender y seguir custodiando su tesoro (ahora mio, puesto que pague por él) asegurándose de que nada le pase, o para reclamarlo y arrancarlo de mi poder, para seguir resguardándolo de un inclemente destrozo. Ante tal dilema, recordé lo que aprendí en mis tiempos de guerra: “Si no sabes que hacer; déjalo, y continua tu camino”. Sabias palabras de las que no estoy muy seguro si en realidad decían así, suerte la mía de no recordar bien las cosas, así que solo lo deje así y continúe mi camino, volteando de vez en cuando muy discretamente , o mirando el reflejo de algún escaparate para ver si el perro seguía tras de mi tesoro. Resultaba que siempre estaba a una distancia cada vez más corta de mí, por suerte, parecía no advertir que yo ya sabia de su presencia, si era adversario y quería mi caudal me daba ventaja ante cualquier ataque sorpresa, pero si era partidario de mi causa resultaba mejor por que así, haciéndome el desentendido no entorpecería con su noble misión. Seriamos un buen equipo o encarnizados enemigos, no lo sabia, y la dicotomía no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, si seguía así; entonces la tensión generaría una aceleración en mi ritmo cardiaco, aumentando mi temperatura corporal, lo que haría que inevitablemente el chocolate se derritiera. Fue por eso que en el mismo instante en que terminé mi teoría hipotética del destino de mi protegido, paré en seco y girando desafiante, enfrente al perro para saber de una vez toda la verdad.
Era un animal grande y amarillo, más común que corriente, y parecía ser bastante joven y bien cuidado, en sus dos ojos grandes y negros, mantenía una mirada amable de la que por supuesto yo no me podía confiar. Cuando paré, el también paró, cuando me giré el simplemente se sentó, y cuando lo desafié con mi mirada simplemente comenzó a mover su cola.
No se cuanto tiempo permanecimos así en medio de la calle, era un duelo de miradas, un lance a muerte de honor y valentía. Ni un parpadeo, ni un movimiento, ni siquiera respirar, un paso en falso y mi cruzada perdería, yo estaba tan concentrado, que al final no me di cuenta como sucedió, el perro se movió acercándose a mi y empezó a oler el bolsillo donde llevaba el regalo. Creí que se me lanzaría encima, desgarrando mis ropas y devorando con sus fauces el preciado chocolate, preparado mentalmente a morir por ti, me dispuse a luchar, pero el can solo se sentó y me lanzo una mirada profunda y terriblemente tierna, acompañado de un gemido de triste suplica.
Estaba claro, era enemigo y quería el chocolate.
Debo decir que jamás en mi vida, ni siquiera aún en mis crudos tiempos de guerra, libre una batalla tan dura como esta, fue difícil resistir su voluntad, fue sofocante evadir esa mirada, mi alma se destrozo, pero mi espíritu se mantuvo, y valiente como un Hércules me arrodillé ante él para acariciarlo, y comencé a explicarle lentamente que aquel chocolate ya tenia un destino, le hable de ti y de tus sueños, de tus encantos y alegrías, le platiqué de lo importante y maravillosa que eras, después de eso, no necesite decir más, el perro movió la cola y sonrío, como solo saben sonreír los perros. Yo me levante y seguí mi camino, él se quedo en el mismo lugar, en medio de la calle, sentado, pero esta vez como un aliado, vigilando atento mi camino.
No pasaron muchas calles cuando por fin te encontré, y pude decirte mientras colocaba el tesoro en tu mano: “Toma, guardé un chocolate para ti”.

22/3/12

El gen

¿por qué dejar pasar siempre las oportunidades?
¿por qué siempre buscar excusas para encerrarme en mi misma?

¿puede ser que haya nacido en este mundo con un gen que me hace incompatible con el amor y la amistad?

21/3/12

Alabanza al vino

Sangre que derramó el amor
Por besar a la locura.
Soledad plena de mar
Y canto de los viñedos;
Es la instancia de tu
Aroma, de tu cuerpo, de tu tinte;
De tu beso embriagador,
De cosecha amortajada
Que renace solo
En pensamiento líquido.
Bríndate a mis labios
A mi Dios, a mis sentidos,
Y mi ser manifestará
Solamente tu alabanza.

17/3/12

Las palabras muertas

Hay más vida en las palabras muertas,
que en las palabras que viven ahora
y nadie escucha.
A esas palabras poco a poco la ausencia de escuchas las matará,
y entonces ya muertas las recordarán.
¿Para qué vivir muertas? ¿Qué hay de malo en el ahora?
Las están matando y ni cuenta se dan.

15/3/12

(Eco..)

Te regalo el eco de mis manos muertas,
que ya no pueden escribir.

5/3/12

XXI

Qué prisión no escribir.

4/3/12

El gato (parte I)

Había una vez un gatito. Siempre quise escribir “había una vez”. Y ahora realizado mi deseo les contaré, soló si usted esta dispuesto a saber. Este gatito era un gatito común y corriente como los demás. A los ojos de los demás. Por que para mi, en realidad era el gato mas maravilloso del mundo. No sabría explicarles por qué, en realidad quizá ni yo misma me lo podría explicar. Vera usted, ese gatito se la pasaba todo el día vagando sin rumbo por las calles, justamente yo me lo encontré, o más bien, el me encontró una noche cuando regresaba a casa después de un largo y tedioso día de trabajo, el salió de las sombras ambarinas que daba la luz de la calle y que daban la sensación de estar en una fotografía en sepia antigua, no sentí cuando se acerco con elegantes pasos silenciosos, sus bigotes relucientes, su perfecto pelaje y sus enormes ojos brillando… y cayendo justamente sobre mi cabeza; arañándome todo el rostro, los brazos y parte de la espalda, yo del susto tumbe el buzón y pise mis margaritas, caí al suelo y mi único saco de trabajo quedo agujerado, y ni que decir del terrible grito que pegue que seguramente despertó a más de un vecino. Como pueden apreciar, no fue un buen inicio.

Pasaron tres días. Exactamente el número de días que ayune para poder comprarme un saco nuevo. Y nos volvimos a ver. O mejor dicho: lo volví a ver. Esta vez, el estaba dormido al sol en una de las enormes ventanas de cierta casa colonial que queda rumbo a mi trabajo. El lindo felino reposaba plácidamente a los primeros rayos del sol de la mañana, ahora que lo podía ver detenidamente me pareció un animal hermoso. Su bello pelaje relucía a la luz como hebras de oro, mire finas orejas parecían estar siempre alertas en perfecto ángulo y aprecie su largo cuerpo echado sobre el ventanal de donde colgaba plácidamente su larga cola. Fue en ese preciso momento, al verlo tan frágil y majestuoso, cuando descubrí mi oportunidad. No me importo el hecho de que ya iba tarde al trabajo, ni de que ya contaba con cierta edad donde ese tipo de cosas no son bien vistas. Sobre todo por las señoras que iban al mandado y me miraban con asombro y vergüenza. Fue así que lenta y silenciosa, casi conteniendo la respiración me acerque a él, tanto que pude escuchar su placido ronroneo, aseguré con cuidado mi maletín en el hombro… y le jale fuerte de la cola para después salir corriendo de ahí. La venganza es más efectiva si es infantil.

Anuncio de primavera

Señoras que necesitan de algo. Señoras que necesitan un cambio. Señoras que se asfixian en un calendario. Señoras que ya no son el destino de nadie por que se las comieron las arenas movedizas. Señoras que no tienen empleo alguno y se emplean de empleada. Señoras sin familia, sin amigos y sin gatos. Señoras que se enamoran solas el resto de su vida. Señoras que me miran frente al espejo. Señoras que buscan. Señoras que pierden. Señoras que quieren que las quieran querer y que se conforman con que los demás se quieran. Señoras que si tuvieran 17 años menos harían que hasta sus muñecas se besaran con los ositos. Señoras con vientre quemado. Señoras que quieren ser lunas. Señoras de primaveras.