28/8/10

La primera promesa

a F.

Había una vez, una persona que vivía sola desde hace mucho tiempo. Esta persona, sabia que bajando la montaña había mucha gente, pero quería seguir viviendo sola. Esta persona sabia que era diferente a los humanos. Por que tenia miles de poderes, miles de vidas y hasta miles de memorias.
Esta persona le tenía miedo a la gente, tenia miedo a lastimarse, aunque tenia varios poderes, le daba miedo, que era diferente a los demás.
Pero un día, un gato llego de visita, esta persona estaba perturbada por la llegada de la visita, el gato inclino la cabeza y dijo "…anteriormente yo ya lo había observado a usted, usted es una persona misteriosa y me atrae, solo soy un gato callejero, pero déjeme estar junto a usted, por favor..."
El gato se quedo junto a esa persona, nunca se separo de el, y la persona se puso muy feliz y se le ocurrió una idea, "…Ya se, si no son humanos, a lo mejor voy a hacer buenas amistades, si son seres que piensan lo mismo que yo quizá podre hacer una fiesta divertida..."
Y escribió muchas invitaciones, envió muchas invitaciones. Entonces llegaron doce animales frente a esa persona. Y así cada vez que brillaba la Luna, la persona y los animales hacían la fiesta, cantaban, bailaban y se reían juntos, la persona también sonreía y la luna observaba tranquilamente, la fiesta de los que no eran humanos.
Pero un día, el gato se desmayo, pero era incurable ya que estaba llegando la hora de su muerte, todos lloraron, pero todos ya sabían que algún día todos nos vamos a morir y así se acabara la fiesta, aunque ah sido muy divertido, aunque ah sido muy importante, algún día se va a acabar.
Y la persona pidió un deseo y rodeo con el dedo la copa para que el gato tomara una gota y luego le dijo, ”…que nuestro vinculo, se haga eterno, aunque nos muriéramos sigamos unidos hasta la eternidad, cuantas veces muriéramos, cuantas veces nazcamos, volvamos a hacer fiestas, nunca cambiaremos...
Todos asintieron con la cabeza, el ratón fue el primero en lamer la copita, después el buey, después el tigre, luego el conejo y así compartieron la copa, finalmente el jabalí lamio la copa y el gato con dificultad para respirar empezó a llorar ”…Dios, por que me dejo lamer la copa? Yo no quiero la eternidad, no quiero el cambio…” Esas palabras eran inesperadas, para Dios y para los otros animales eran palabras de rechazo. Todos se pusieron tristes y empezaron a reprocharle al gato, pero el gato siguió diciendo “… Dios, aunque usted tenga miedo, hay que aceptar que va a llegar el fin, aunque sea triste para usted, hay que aceptar la muerte…Dios, yo estuve muy feliz por estar junto a usted, si algún día nos morimos y revivimos y podamos volver a vernos, me gustaría ver a usted debajo de la luz del sol sonriendo, a la siguiente vez quiero ver a usted en un circulo con los humanos…” y así, el gato dejo las palabras a Dios, levanto la cola y se murió. Ahora nadie le hizo caso al gato, todos sintieron que habían sido traicionados por el gato. Y en poco tiempo, los animales se murieron uno por uno, finalmente murió el dragón y otra vez Dios se quedo solo.
Y finalmente a Dios también le llego el día de la muerte, pero ya no tenia miedo a morir, por que tenia como apoyo la promesa que hizo el gato, ”…Otra vez hagamos la fiesta cuantas veces sea…Sin cambiarnos, aunque ahora estoy solo, mas allá de la promesa me están esperando…”
Esta fue la primera promesa, la primera memoria que todos estaban olvidando.

Historia de un atardecer

El cerro parecía quemarse a lo lejos bajo las primeras caricias del atardecer de Noviembre, el aroma fresco de los arboles se mezclaba con el viento que mecía muy despacio los cabellos de Jacinto, que dormía plácidamente en el petate embriagado de cansancio y pulque después de la cosecha.
No había sueño mas profundo y placentero que el que aquella tarde abrazaba la realidad de Jacinto, su Citlalli; una morena princesa de risueños ojos grandes de cacao que siempre lloran por su Jacinto al marchar, e interminables trenzas negras coronadas siempre de Cempaxúchitl, que al anochecer cepilla cual sirena, dejando el aroma a flores para que la luna duerma.
Jacinto, hundido en blancos sueños de mezcal, se veía por fin casado con su Citalli viviendo felices en su jacal de adobes, con aroma a leña manteca y cempaxúchitl. Escuchaba la música de la vida en el chillido de sus tantos hijos, todos hermosos y llorones como su Citalli. La veía sonriente reinando junto al comal, esperándolo todos los días con un beso y las tortillas con chile puestas para cuando el llegue de la siembra y la cosecha. Por que no hay sueño más prometedor y hermoso que el del futuro, que Jacinto no se vio en las ganas de despertar.

Pero el sueño termino, se lo llevo un coyote que paso tímidamente junto a el, por que es sabido que los coyotes del cerro se alimentan de ellos para que la vida siga. Jacinto se levanto de un salto, se puso sus huaraches y bajo corriendo el incendiado cerro dejando atrás al coyote que no dejaba de mirarlo fijamente.

El sol del atardecer maquillaba al cielo y sus nubes de hermosos colores carmesí para entregárselo esa noche a la Luna. Miles de pájaros retornaban presurosos y cantando a sus nidos protegidos en las ramas de un enorme zapote bajo el cual la hermosa Citlalli lloraba bajo su inmenso follaje, había esperado paciente toda la tarde a su Jacinto, pero ahora su huipil se había arrugado y las flores de cempaxúchitl de sus cabellos comenzaban a marchitar.
Tan triste estaba que el cascabeleo silencioso de una víbora arrullo su llanto.

Jacinto corrió y corrió, tan rápido como su fresca juventud le permitía, y cuando por fin llego bajo el zapote, un coyote aulló, y no encontró más que el cadáver de la hermosa virgen coronada de flores.
Ese día, al caer la tarde de Noviembre el viento se perfumo de un triste olor a Cempaxúchitl.

Palabras

Mi vida muy mal lograda,
que a la dicha desengaña,
sabiendo que son palabras
de las que solo eh vivido.

21/8/10

El instante


La gente solo mira la belleza de las cosas pasar, mientras pasa el tiempo, todo lo que pueden hacer es observar.
Pero yo era diferente.
Justo frente a ellos, yo estaba tratando silenciosamente de detener el paso del tiempo y capturar aquel momento que nunca regresaría. Silenciosamente yo estaba luchando sola con ese milagroso escenario.